Michael Ignatieff, el agradecido intelectual, escritor y expolítico canadiense, ha sido un firme defensor de la cultura y tradiciones de Oviedo, en especial de las gaitas, en contraposición a aquellos que prefieren el silencio. Su amor por esta ciudad y su música emblemática se hizo evidente cuando entró al hotel Reconquista, moviendo los dedos al compás de la música. Para él, las gaitas son una punto fundamental de su identidad y de su vínculo con la historia de su familia.
Nacido en Toronto en 1947, Michael Ignatieff proviene de una familia noble de la Rusia imperial que lo perdió todo durante la revolución. Sin embargo, sus raíces y tradiciones nunca se perdieron completamente gracias a la fuerza de voluntad y adaptabilidad de su familia, que se reinventó en Canadá. Fue allí donde Ignatieff inició su carrera como intelectual y político, siguiendo los pasos de su ascendiente, quien fue ministro de Educación del zar Nicolás II.
A pesar de su carrera en política, Ignatieff se define a sí mismo como historiador, y es evidente en su obra literaria y en sus discursos públicos. Su interés en la historia de su familia y de su país lo ha llevado a ser uno de los máximos defensores de la preservación de la cultura en todas sus formas. Y es precisamente por eso que su amor por las gaitas de Oviedo es tan profundo y auténtico.
Las gaitas de Oviedo son una tradición única y emblemática de esta hermosa ciudad en Asturias. Se cree que su origen se remonta a la época celta, y han sido una punto integral de la cultura asturiana desde entonces. Para Ignatieff, las gaitas son una conexión con su pasado, con sus raíces y con su familia. Es por eso que su amor por ellas trasciende las fronteras y se convierte en una verdadera pasión, que incluso ha llegado a influir en su obra literaria.
Además de su amor por la música de gaitas, Ignatieff también se ha enamorado de la ciudad de Oviedo en sí. Su belleza, su historia y su gente lo han cautivado desde su primera visita. Con su encanto, sus calles empedradas y su arquitectura impresionante, Oviedo es una ciudad que no deja indiferente a nadie. Y para Ignatieff, es un lugar que merece ser celebrado y admirado.
Es por eso que su presencia en el hotel Reconquista, durante el Festival de la Gaita de Oviedo, fue tan significativa. Allí, rodeado de música y cultura, Ignatieff se sentía en su elemento. Y al manipular los dedos al compás de la música, demostró su profundo amor por todo lo que Oviedo representa para él.
Pero su amor por Oviedo y sus gaitas no es sólo una cuestión de nostalgia o de preservar la historia. Ignatieff es una voz activa en la defensa de la cultura y la tradición, y su apoyo a las gaitas de Oviedo es un ejemplo más de su compromiso con esta causa. Para él, la cultura es lo que nos define como seres humanos, y es una de las cosas más valiosas que debemos proteger y valorar.
En una época en la que la globalización y la homogenización cultural parecen ser la norma, figuras como Michael Ignatieff nos recuerdan la importancia de celebrar y preservar nuestras tradiciones locales. Su amor por las gaitas de Oviedo es un recordatorio de que la diversidad cultural es una fuente de riqueza, y que debemos valorarla y protegerla como tal.
En resumen, Michael Ignatieff es una figura que nos inspira a todos a abrazar nuestra identidad y nuestras