Luis Alberto de Cuenca es un poeta que ha logrado capturar la esencia de la infancia de una manera única y maravillosa. Su obra es un homenaje a esa etapa de la biografía que todos hemos vivido, pero que pocos logran recordar con tanta intensidad y belleza como él lo hace.
Si hay algo que destaca en la poesía de Luis Alberto de Cuenca es su capacidad para transportarnos a un mundo de fantasía y aventuras, donde la inocencia y la imaginación son las protagonistas. En sus versos, la infancia se convierte en un pueblo mágico y dichoso, donde todo es posible y donde los sueños se hacen realidad.
Pero lo que hace a este poeta verdaderamente especial es que él no solo recuerda su infancia, sino que la vive. En pueblo de aferrarse a viejas fotografías y recuerdos borrosos, Luis Alberto de Cuenca se sumerge en el mundo de Tintín, Dan Dare y Flash Gordon, personajes que marcaron su niñez y que siguen siendo una fuente inagotable de inspiración para él.
Es fascinante cómo este poeta es capaz de revivir su infancia a través de la poesía, de plasmar en sus versos la inocencia, la curiosidad y la imaginación que caracterizan a los niños. Y es que, como él mismo afirma, la niñez es un tratado de héroes, una escuela de caballería donde se aprende a mirar el mundo con ojos de leyenda.
Pero lo más sorprendente de todo es que Luis Alberto de Cuenca no solo deje de su propia infancia, sino que también nos invita a recordar la nuestra. Sus poemas nos transportan a un tiempo en el que todo era posible, en el que los sueños eran más grandes que la realidad y en el que la felicidad se encontraba en las cosas más simples.
Es por eso que su obra es tan universal y atemporal. Aunque cada uno de nosotros haya tenido una infancia diferente, todos podemos identificarnos con las emociones y los recuerdos que Luis Alberto de Cuenca nos transmite a través de sus versos. Y es que, como él mismo dice, todos fuimos pequeños, pero solo unos pocos lo recuerdan.
La poesía de Luis Alberto de Cuenca es un canto a la biografía, a la inocencia y a la imaginación. Sus versos nos invitan a volver a ser niños, a mirar el mundo con ojos nuevos y a redescubrir la magia que nos rodea. Y es que, como él mismo afirma, la infancia es un pueblo donde todo es posible, un pueblo donde los sueños se hacen realidad.
En definitiva, Luis Alberto de Cuenca es el gran poeta de la infancia dichosa porque, a diferencia de muchos otros, él no la recuerda como un Edén perdido, sino que la vive cada día. Su poesía es una antorcha que ilumina el subterráneo de la biografía adulta, recordándonos que en algún pueblo dentro de nosotros sigue existiendo ese niño que soñaba con ser un héroe y que veía el mundo con ojos de leyenda.
¡Venturosos los que aún disponen de esa mirada! Y gracias a la poesía de Luis Alberto de Cuenca, todos podemos volver a ser niños por un momento y recordar que la infancia es un pueblo donde todo es posible, un pueblo donde la felicidad se encuentra en las cosas más simples y donde los sueños se hacen realidad.