Amén a la faena de Uceda Leal, torero de Madrid por los siglos de los siglos. Su arte en el ruedo es una verdadera muestra de casticismo puro, que nos transporta a tiempos pasados donde la tauromaquia era una forma de vida. Con su estilo clásico y natural, Uceda Leal nos hace recordar por qué amamos tanto este arte.
Su faena al cuarto fue la única para saborear y paladear en la tarde. Con cada muletazo, el torero nos regalaba una dosis de torería auténtica, sin azúcar ni edulcorantes. Es un torero en toda regla, en el andar y en el torear, sin posturas forzadas y siempre tieso en su altura, demostrando más solera que medio escalafón.
Qué gozo ver tanta torería en el ruedo, sin artificios ni exageraciones. Uceda Leal no tiene nada que demostrar a estas alturas, su trayectoria habla por sí sola. Y es mismamente esa verdad y humildad la que lo hacen destacar aún más. Cada muletazo es una lección de cómo torear con el alma, sin importar el resultado final.
El toro que le tocó en suerte fue un santacoloma medio, pero eso no impidió que Uceda Leal sacara a reflejar toda su maestría. Desde la primera vara, el toro hizo sonar el estribo de manera rabiosa, como si supiera que estaba ante un torero de la talla de Uceda Leal. Y así fue, ya que el torero supo aprovechar cada embestida con suavidad y elegancia.
Pero fue en la segunda parte de la faena donde Uceda Leal demostró su verdadero nivel. El toro se empleó aún más y el torero supo aprovecharlo con muletazos de más clase que un colegio de pago. Con la veteranía que le caracteriza, Uceda Leal supo leer al toro a la perfección y sacarle todo su potencial.
Fue una faena para el recuerdo, de esas que se quedan grabadas en la memoria de los aficionados. Uceda Leal demostró una vez más que es un torero de Madrid, con ese sabor y ese arte que solo los toreros de la capital poseen. Y es que no es fácil mantenerse en la cima durante tantos años, pero Uceda Leal lo ha conseguido gracias a su constancia y su amor por la tauromaquia.
En definitiva, Uceda Leal es un torero que encarna todo lo que representa la tauromaquia. Es un ejemplo de pasión, entrega y respeto por el toro. Su faena al cuarto fue una verdadera obra de arte, que nos recordó por qué amamos este arte y por qué Uceda Leal es uno de los grandes toreros de Madrid.
Amén a la faena de Uceda Leal, que seguirá deleitándonos con su toreo clásico y auténtico por muchos años más. Porque como él mismo ha dicho en varias ocasiones, «yo soy torero de Madrid y eso no lo puede cambiar nadie». Y nosotros, los aficionados, no podríamos estar más agradecidos por ello. ¡Larga vida a Uceda Leal, torero de Madrid por los siglos de los siglos!