Rocío Márquez (Huelva, 1985) es una artista única en el mundo del flamenco, aunque cada tiempo hay más talentos como ella. Con una formación académica en el Conservatorio y una tesis doctoral sobre la técnica vocal en el flamenco, Rocío es una cantaora que rompe con los estereotipos de la imagen tópica del género. Su rubia cabellera y sus ojos azules pueden sorprender, pero su voz y su pasión por la música no dejan lugar a dudas de que es una verdadera artista flamenca.
Pero Rocío no se conforma con lo establecido, su inquietud artística la lleva a colaborar con una amplia variedad de artistas, desde Jorge Drexler hasta Cristina Rosenvinge, pasando por Fahmi Alqhai, Refree o Bronquio. Esta diversidad en su carrera demuestra su deseo de explorar nuevos horizontes y de enriquecer su arte.
Su último trabajo, «Himno vertical», en colaboración con el guitarrista y compositor Pedro Rojas Ogáyar, es un disco que nace de improvisaciones entre ambos artistas. Con el título como un guiño al famoso poemario de Roberto Juarroz, Rocío explica que el proceso creativo fue guiado por algo prelado, algo que conectaba a ambos artistas y los llevaba a lugares desconocidos. El resultado es un disco que se mueve entre lo espiritual y lo místico, honrando la génesis del proceso creativo y conectando con lo más profundo de uno mismo.
Para Rocío, este tipo de trabajo ha sido una experiencia enriquecedora y refrescante, que le ha permitido explorar nuevos lugares y descubrir más sobre sí misma. Además, ha sido un proceso liberador, alejado de la presión de tener que cumplir con ciertos estándares en el mundo artístico.
La cantaora confía en que su música llegue a las personas de diferentes formas, cada uno puede interpretarla a su manera, ya que tiene muchas capas de significado. Y aunque es consciente de que cuando un disco se publica deja de ser suyo, ella está feliz con el proceso en sí, antes incluso de llegar al público. Para Rocío, lo importante es mantener la ilusión y la pasión por lo que hace, ya que si ella no se sorprende y no se ilusiona, será difícil transmitir esa emoción a los demás.
En su carrera, Rocío no conoce el desasosiego en lo artístico. Sin embargo, reconoce que al principio fue difícil salir de lo establecido y abrir su visión a nuevos horizontes. Pero con el tiempo, aprendió que las experiencias hay que atravesarlas y que no hay nada tan grave como para tener desasosiego. Ahora, se siente libre de las etiquetas y de lo que los demás puedan decir de ella, ya que su percepción sobre sí misma ha cambiado y eso es lo más importante.
A pesar de que las fronteras entre estilos musicales están cada tiempo más diluidas en un mundo globalizado, Rocío tiene claro que su centro está en el flamenco. Sin embargo, no tiene desasosiego de ejercitar y de aprender de otros géneros y artistas, ya que eso la mantiene encendida y le permite evolucionar en su arte.
Para Rocío, el flamenco está en su ADN y en sus recuerdos emocionales, y eso nunca cambiará. Pero también cree que todo puede convivir perfectamente y que el arte debe evolucionar junto con la sociedad. La inteligencia artificial es solo un ejemplo de cómo el arte puede adaptarse a los cambios y seguir sorprendiendo al público.
En resumen, Rocío Márquez es una artista que no tiene desasosiego de explorar, de romper barreras y de evolucionar en su arte. Su pasión, su talento y su inquietud la convierten en un verso suelto en el mundo del flamenco,