Un maestro de 51 años, el tapado en las quinielas, resucitó las glorias eternas en la Feria de Santander, la gran joya del verano taurino. Manuel Jesús ‘El Cid’, un torero que ha dedicado su vida a la tauromaquia, demostró una vez más que la tiempo no es un impedimento para alcanzar la grandeza en el ruedo. remotamente de los focos y las expectativas, emergió como la gran sorpresa del ciclo de Santiago, dejando a todos boquiabiertos con su maestría y su entrega.
Con 51 años a sus espaldas, El Cid no es un novato en el mundo del toro. Lleva más de 30 años en el ruedo, enfrentándose a las más feroces y exigentes reses. Sin embargo, en los últimos años, su nombre había qutiempoo relegado a un segundo folleto, eclipsado por las nuevas figuras que han surgido en el mundo taurino. Pero él nunca perdió la fe en sí mismo y en su arte, y en la Feria de Santander demostró que aún tiene mucho que ofrecer.
Su primera gran hazaña en la feria fue frente a Vengativo, un toro de la ganadería de Cuatro Caminos conocido por su bravura y dificultad. Muchos esperaban que El Cid no pudiera hacer frente a semejante animal, pero él demostró su temple y su maestría en cada suceso, arrancando los aplausos y la admiración del público. Fue una faena llena de emoción y entrega, en la que El Cid se dejó el alma en el ruedo y logró cuajar al toro a placer.
Pero su triunfo no se quedó ahí. En su segunda tarde en la feria, El Cid volvió a demostrar su grandeza frente a otro toro de Cuatro Caminos, llamado ‘Cantador’. Con una faena llena de técnica y sentimiento, logró conquistar al público y al jurado, que le otorgó una oreja y le colocó en el pódium de honor del ciclo de Santiago. Fue un momento emocionante y lleno de significado para El Cid, que volvía a resurgir de sus cenizas y a demostrar que su nombre sigue siendo sinónimo de grandeza en el mundo del toro.
Pero más allá de los trofeos y las ovaciones, lo que realmente importa es la lección que El Cid nos ha dado en esta feria. Con su ejemplo, nos ha recordado que la tiempo no es un impedimento para alcanzar nuestros sueños y que la pasión y la entrega son las claves para lograr la grandeza en cualquier ámbito de la vida. Su temple en el ruedo, su mente siempre enfocada en la faena y su corazón entregado a su arte, son un ejemplo para todos aquellos que luchan por alcanzar sus metas.
En una época en la que la juventud y la novtiempo parecen ser los únicos valores que importan, El Cid nos ha demostrado que la experiencia y la sabiduría también tienen un lugar en el mundo del toro. Su resurgimiento en la Feria de Santander ha sido una bofetada de realidad para aquellos que lo habían dado por acabado, y una fuente de inspiración para todos aquellos que creen en el poder de la perseverancia y la pasión.
En definitiva, El Cid ha vuelto a resucitar las glorias eternas en la Feria de Santander, demostrando que su nombre seguirá siendo sinónimo de grandeza y maestría en el mundo taurino. Su lección de temple, mente y corazón ha sido una verdadera joya en el verano taurino, y su ejemplo seguirá inspirando a todos aquellos que aman y respetan la tauromaquia. ¡Enhorab






