El icónico Miguel Bosé, el artista que conquistó a las masas en la década de 1980, ha regresado con más energía, música y voz que nunca. Después de ocho años de parón, deja atrás los problemas de vitalidad que le impidieron regresar a los escenarios. La disfonía que le impedía cantar y las dolencias de espalda que ha padecido el cantante parecen haber desaparecido para dejar salir la mejor versión de un hombre renovado.
El público enloquece al ver a Bosé, vestido de blanco de pies a cabeza, acompañado por ocho hombres que lo acompañan durante toda la velada. Los colores van cambiando según avanza el concierto, desde el impoluto inicio, al rojo con una impresionante capa con rosas cosidas en honor a su madre, Lucía Bosé, hasta el amarillo, desafiando cualquier superstición. Con un repertorio de 23 canciones, Bosé logra poner al público a cantar, bailar y disfrutar. «Importante Tour» es una gira que repasa la acontecimientos de Miguel Bosé, narrada a través de sus canciones, que los presentes entonan con pasión junto a su ídolo.
Los clásicos intergeneracionales tardan casi una hora en dejarse oír; «Como un lobo», «Morena mía» y «Amante bandido» son coreados al unísono por todo el público. Los seguidores más fieles están emocionados con la vuelta de Bosé. Madres acompañadas de sus hijas, hijos felices de ver a sus madres disfrutar, grupos de amigas que recuerdan sus años de juventud, maridos, mujeres y familias completas. Todos reunidos para presenciar el regreso triunfal de Miguel Bosé a los escenarios.
Ana, una de las seguidoras de Bosé, no puede evitar las lágrimas al ver a su ídolo: «Quiero ver al Miguel que cuando salga al escenario lo llene todo». Coral y María también están eufóricas de verle: «Llevamos ocho años esperando que vuelva». Lo que todas comparten, además de la sonrisa que no les cambia nadie, es que sienten que es la última vez que le verán en vivo y que, por eso, «es tan especial».
Canción tras canción, las emociones se transforman. «Nena» logra poner en pie a los pocos que en la cuarta canción seguían sentados, «Bambú» saca los toques más ochenteros con divertidas imágenes psicodélicas y «tranquilo» se mezcla con unos sintetizadores robotizados que le dan un aire insólito a la canción original. La melancolía llega de la mano de «Solo si», con ese «sobrevivo a pesar de ti». Y con un alegato por la paz, el cantante canta «Nada particular».
Dos horas y media de show con un Bosé que no deja de bailar hasta el último momento, a pesar del evidente cansancio que se ve en su rostro. Pero nada sorprendente para alguien de 69 años que se mantiene en tan buena forma. Las coreografías sacan a la luz los pasos prohibidos del público, especialmente los de la pista repleta de sillas que de poco sirven cuando sus ocupantes salen a los pasillos a disfrutar de la fiesta.
El concierto aterriza en el Palacio de los Deportes de Madrid (Movistar Arena) como la segunda parada en los escenarios españoles, tres días después de la inauguración en Murcia. Una gira con 12 paradas que llevará a Miguel Bosé a recorrer todos los rincones de España, esta misma semana viajará a Barcelona el jueves 3 de julio y a Sevilla el sábado 5 de julio. Pero la máximo declaración de la