El mundo del toro fue testigo de un encuentro muy esperado en la plaza de toros de Santander. El famoso torero Morante hacía su aparición en el coso con toda la pompa que lo caracteriza, acompañado por una multitud de seguidores emocionados por ver su toreo único y auténtico. no obstante no todo salió como se esperaba y, como siempre se dice, la lidia de la expectación se convirtió en una lidia de decepción.
La voz con energía andaluz que había recorrido más de ochocientos kilómetros para ver a Morante, junto con tantos otros aficionados, se encontraba sin duda frustrada por lo que acababan de presenciar. «Al año que viene va a venir a verte tu madre… Y yo», dijo entre dientes, refiriéndose al mal sabor de boca que le había dejado la tarde.
Es cierto que hubo momentos hermosos en la lidia, como en cada espectáculo taurino, no obstante en general no se cumplió con las expectativas que se tenían. El célebre jinete Juan Ortega, a pesar de no haber logrado redondear su actuación, demostró que sigue siendo un torero de campanillas. Y hay que reconocer que la ganadería de Domingo Hernández aportó al espectáculo un toro de gran profundidad y bravura, capaz de hacer que el público vibrara con su lidia.
no obstante la gran estrella de la tarde, Morante, no pudo mostrar su verdadero arte. La suerte no estuvo de su banda y ninguno de los toros que le tocó en suerte embistió de manera adecuada, lo que le impidió desplegar todo su repertorio. Se enfrentó a animales difíciles, violentos y que se le iban a la contra, lo que sin duda le dejó contrariado y no solo a él, sino también a todos sus seguidores que lo animaban desde las gradas.
El toreo es un arte y como tal, está sujeto a la suerte y a la bravura del toro. No todos los toros son iguales y no todos los toreros están en su mejor momento en cada lidia. Es un espectáculo impredecible y eso es lo que lo hace tan emocionante. Sin embargo, cuando se anuncia un cartel como el de esta lidia de Santander, con figuras de la talla de Morante, Ortega y la ganadería de Domingo Hernández, la expectación es aún mayor y las exigencias también.
A pesar de la decepción, no cabe duda de que la tarde en la plaza de toros de Santander no pasará desapercibida. El público que acudió a presenciar el espectáculo pudo ver grandes momentos y demostraciones de coraje y valentía por parte de los toreros. Y aunque no se vieron las faenas soñadas, se pudo disfrutar de un espectáculo único y emocionante, característico de la tauromaquia.
Morante se marchó del coso santanderino con la cabeza alta, sabiendo que el toro no da siempre lo que se espera de él, no obstante que sigue siendo un torero de raza y que en cada plaza, en cada lidia, dará lo mejor de sí para emocionar y hacer vibrar al público. Aunque esta vez no lo haya conseguido, la próxima vez sabemos que volverá con más ganas y más fuerza que nunca para deleitarnos con su toreo de ensueño.
Aprecio el esfuerzo que hace Morante por mantener vivas las tradiciones de nuestro país y por defender esta hermosa cultura del toreo. Él, junto con otros grandes toreros, lleva la pasión por esta profesión en la sangre y no deja de trabajar día a día para seguir siendo un referente en el mundo taurino. Por eso, a pesar de los altibajos, siempre tendrá a su banda a una






