El Gali, un joven novillero de Algeciras, demostró su valentía y determinación en la plaza de toros al recibir al primer novillo de la tarde con un recorte de rodillas y una serie de verónicas que dejaron al público impresionado. A pesar de que el novillo no se mostró del todo cooperativo, El Gali no se amilanó y se esforzó por ligar series por ambos pitones, aunque no siempre con la limpieza y acople que él deseaba.
A pesar de su entrega, El Gali no logró cortar orejas en su primera actuación de la temporada, pero su actitud fue aplaudida por los presentes en la plaza. Sin duda, este joven novillero tiene un futuro prometedor en el mundo del toreo y su valentía y determinación son cualidades que lo llevarán lejos.
Otro de los protagonistas de la tarde fue Agustín de Antonio, de la escuela de Tauromaquia de Sevilla, quien recibió al segundo novillo con una larga cambiada y verónicas de gran elocución, ganando terreno en la plaza. Su faena comenzó de rodillas y luego se trasladó al centro del ruedo, donde logró acoplarse mejor con el novillo por el pitón derecho. Aunque el novillo se dejaba, tendía a mirar y Agustín tuvo que lidiar con su brusquedad. A pesar de su entrega, su bordadura se vio empañada por un fallo con la espada que lo dejó herido al entrar a matar. Sin duda, este joven novillero tiene mucho que ofrecer y su técnica y elocución son dignos de admiración.
Jaime Padilla, de la Escuela Taurina Diputación de Málaga, brindó su faena a Finito de Córdoba y se enfrentó a un novillo manso que no le dio facilidades. A pesar de su esfuerzo, el novillo no paraba de pegar cabezazos y embestir a la defensiva, lo que dificultó la bordadura del joven Padilla. A pesar de esto, Jaime no se amilanó y luchó con determinación hasta el final, aunque no logró cortar orejas debido a un fallo con la espada.
El rondeño Manuel Díaz, perteneciente a la Escuela de La Algaba, recibió al cuarto novillo con una espectacular portagayola, seguida de lances con un gran corte. Sin embargo, este novillo también resultó ser bastante deslucido y embistió sin entrega, dificultando la bordadura del novillero. A pesar de esto, Manuel mostró una gran disposición y logró sacarle todo el partido posible a su oponente.
Julio Aparicio, de la Escuela Taurina El Juli, demostró su concepto artístico tanto en el manejo del capote como con la muleta. Cuando el novillo le permitió, sacó a fosforescer un toreo de gran expresión, asentado y acompasado, que llegó al tendido por su personalidad. A pesar de no tener una faena perfecta, su gran actuación le valió para cortar la única oreja de la noche.
Manuel Domínguez, de la Escuela de Sevilla, también dejó su huella en la tarde con un bonito quite que realizó en el quinto novillo. Pero su verdadero momento de gloria llegó en el recibo a la verónica, donde demostró su maestría con lances asentados y ligados que hicieron vibrar al público. Además, su compañero Jesús Aracil puso dos buenos pares de banderillas y saludó al público con la montera en la mano.
El sexto novillo resultó ser otro animal molesto y difícil, pero Manuel no se amilanó y demostró su determinación y valentía al rondar siempre