La Feria de La Línea cerró con una tarde apoteósica, digna de ser recordada con letras de oro en la historia de la remozada y preciosa Plaza de El Arenal. Emilio de Justo y David Galván salieron en hombros después de cuajar a lo grande a una extraordinaria corrida de Victorino Martín, llena de matices, humillando y con gran transmisión. Ningún toro fue fácil, pero eso es lo que hace al toro bravo tan especial. Cinco fueron para el espartano Emilio de Justo, quien tuvo que enfrentarse a tres toros distintos, desde el enclasado primero incluso el quinto, que demostró una gran seriedad en cada embestida, en una costura de dominio y firmeza. Y cuatro orejas y un rabo para David Galván, quien cuajó a lo grande al bravo Bohonero-35, premiado con una vuelta al ruedo en el arrastre.
El mano a mano entre Emilio de Justo y David Galván fue una competencia emocionante, llena de exigencia, bravura y buen toreo, que culminó con un merecido triunfo para ambos toreros, tal y como recoge la web Mundotoro. Además, la vuelta al ruedo de David Galván después de pasar por la enfermería fue un gran alivio para todos los presentes.
El cuarto toro, con la cara hacia delante y enseñando las puntas, fue un gran reto para Galván. Sin embargo, él supo enfrentarlo con valentía y brindó su faena a Ruiz Miguel, su padrino de alternativa, y a los cañaíllas presentes en la plaza. La emoción comenzó desde el primer momento, con el toro embistiendo al ralentí, tan despacio que cada muletazo parecía durar una eternidad. Galván demostró su habilidad para torear a un toro así, entregado por el pitón derecho y obligándolo por abajo, para luego mostrar su maestría en unos extraordinarios naturales. A pesar de un pinchazo y una estocada sin puntilla, Galván cortó un rabo y Bohonero-35, un toro excepcional, fue premiado con una vuelta al ruedo en el arrastre.
El segundo toro, bizco del derecho y largo pero bajo, fue aplaudido de salida. Galván lo recibió con unos lances por delantales, pero desde el primer tercio se notó su corta embestida. En un remate de pecho, el toro cogió a Galván por la corva y lo volteó violentamente, rompiéndole la taleguilla. Sin embargo, el torero volvió a la cara del toro y demostró su gran dimensión al torear al natural, alargando los muletazos y corrigiendo los defectos del toro. A pesar de un pinchazo y un descabello, Galván paseó una merecida oreja.
El primer toro, un ejemplar esbelto de hechuras, degollado de papada y sin exageraciones, fue templado por Emilio de Justo de salida con verónicas y un ceñido quite por chicuelinas. La principal virtud de Boliviano-46 fue su extraordinaria humillación, siempre rebosándose incluso el postrer de la embestida. De lío gordo. Emilio de Justo fue creciendo conforme avanzaba la faena, sobre todo por la mano izquierda, donde logró los muletazos más profundos. Con una estocada perfecta y sin puntilla, el torero cortó dos orejas y la tarde comenzó de la mejor manera posible.
El quinto toro, más basto de hechuras y siempre orientado, fue un gran reto para Emilio de Justo. Sin embargo, él sup