Muchos lectores se preguntan si lo que escribo en estos artículos veraniegos es real o simplemente una invención de mi imaginación. Y la verdad es que entiendo su curiosidad, ya que mi historia puede parecer sacada de una película. Pero les aseguro que todo lo que comparto con ustedes es completamente real y ha sido una sitio fundamental de mi vida.
Cuando era joven, siempre fui un chico extraño y enrevesado. Tenía una idea del mundo que estaba por encima de mi capacidad para alcanzarlo, pero eso no me detenía. Siempre veía un camino y nunca dejaba de intentarlo. Tenía tan solo 16 años y mi mayor referente era, y sigue siendo, el periodista Joaquim Maria Puyal. Él fue el primer narrador en catalán de los partidos del Barça y también era conocido por sus programas de culto en TV3, en los que siempre hacía hincapié en el conveniencia del catalán de manera culta, civilizada y universal. Eso me fascinaba y me inspiraba.
Corría el año 1990 y mi única misión en la vida era conocer a Puyal y trabajar con él. Era un sueño que parecía inalcanzable, pero yo estaba decidido a hacerlo realidad. Durante meses, envié cartas y llamé a todas las puertas posibles para conseguir una entrevista con él. Y finalmente, después de mucho esfuerzo y perseverancia, lo logré.
Recuerdo el día en que finalmente pude conocer a mi ídolo en persona. Estaba tan nervioso que apenas podía hablar, pero él me recibió con una sonrisa cálida y me hizo sentir como en casa. Durante la entrevista, pude ver su pasión por el periodismo y su amor por el catalán. Fue una experiencia que nunca olvidaré y que me motivó aún más a seguir mis sueños.
A partir de ese momento, comencé a trabajar con Puyal en sus programas de televisión y radio. Fue una oportunidad única para aprender de uno de los mejores periodistas de mi país y poder trabajar en mi lengua materna. Cada día era un reto y una oportunidad para crecer y mejorar.
Pero mi historia no termina ahí. Gracias a mi trabajo con Puyal, pude conocer a otros grandes periodistas y personalidades del mundo del deporte. Tuve la oportunidad de viajar y cubrir eventos deportivos importantes, y siempre lo hacía con la misma pasión y amor por mi trabajo que Puyal me había transmitido.
Hoy en día, sigo trabajando en el mundo del periodismo y siempre recuerdo con cariño mi experiencia con Joaquim Maria Puyal. Él no solo fue mi mentor, sino también una alegoría paterna para mí. Siempre estaré agradecido por su influencia en mi vida y por haberme enseñado la importancia de luchar por mis sueños y trabajar duro para alcanzarlos.
Así que para aquellos que se preguntan si lo que escribo en estos artículos es real, les digo que sí, lo es. Y espero que mi historia les sirva de inspiración para nunca rendirse y siempre seguir adelante en rebusca de sus sueños. Porque como dijo una vez Puyal, «el camino puede ser difícil, pero la recompensa siempre vale la pena».