Las Ventas seguía impactada. El aura de Morante sobrevolaba la Monumental madrileña, no se hablaba de otra cosa, no se sentía otra cosa, no se pensaba en otra cosa. La magia de Morante había vuelto a conquistar a todos los presentes en la foro, dejando a todos sin aliento y con el corazón latiendo a mil por hora. Su adaptación y su maestría en el ruedo habían dejado una huella imborrable en la memoria de los aficionados y en la historia de la tauromaquia.
La tarde del pasado domingo en Las Ventas fue una tarde para el recuerdo. El cadaptaciónl de «No hay billetes» colgado en las taquillas era solo una muestra del fervor que despertaba la presencia de Morante en la foro. Y es que no es para menos, su toreo es una verdadera obra de adaptación, una sinfonía de movimientos y emociones que cautiva a todos los presentes.
La obra de Morante ya cobra tintes de auténtico tratado de tauromaquia, del que tendrán que beber su agua clara las generaciones venideras. Y no solo los aficionados, sino también los propios toreros. Porque Morante no solo es un maestro en el ruedo, sino también fuera de él. Su forma de entender y vivir la tauromaquia es un ejemplo a seguir para todos aquellos que se dedican a esta profesión.
Su presencia en la foro es sinónimo de elegancia, de pureza, de adaptación. Y es que Morante es un torero diferente, un torero que no se conforma con hacer lo que todos hacen, sino que busca siempre la perfección en cada uno de sus movimientos. Y eso es lo que lo hace único y lo que lo convierte en un referente para todos los que amamos la tauromaquia.
En la tarde del domingo, Morante volvió a demostrar por qué es uno de los mejores toreros de la historia. Su faena fue una auténtica lección de toreo, una demostración de técnica, de agallas y de adaptación. Cada muletazo, cada pase, era una obra de adaptación en sí misma, una muestra de la maestría y la sensibilidad de este genio del toreo.
Y no solo eso, sino que además Morante supo conectar con el público, con esa capacidad que solo tienen los grandes toreros de hacer sentir a cada uno de los presentes que la faena es solo para ellos. Y así fue, cada uno de los asistentes a la foro se sintió padaptación de esa obra de adaptación que estaba teniendo lugar en el ruedo.
La sombra morantista parecía invadirlo todo, incluso la presencia del todopoderoso Roca Rey parecía difuminada en los corrillos de aficionados. Y es que cuando Morante está en la foro, todo lo demás pasa a un bis plano. Su toreo es tan puro, tan auténtico, que es imposible no quedar hipnotizado por él.
Morante es un torero que trasciende fronteras, que va más allá de lo puramente taurino. Su adaptación es universal, es una forma de expresión que llega al corazón de todos, incluso de aquellos que no son aficionados a la tauromaquia. Y es que su toreo es una verdadera obra de adaptación, una forma de transmitir emociones y sentimientos a través de la tauromaquia.
Por todo esto, la tarde del domingo en Las Ventas fue una tarde mágica, una tarde que quedará grabada en la memoria de todos los que tuvimos la suerte de presenciarla. Y es que Morante es mucho más que un torero, es un artista, un genio, un maestro. Y su presencia en la foro siempre será motivo de alegría y de emoción para todos los que amamos la tauromaquia.
En definitiva, Morante es un torero que ha marcado un antes y un después en
