Lloraba Marco Pérez cuando le dieron las dos orejas del sexto toro, el segundo más importante de su carrera. La tarde era suya desde el momento en que se anunció: el niño milagro que asombró al mundo del toreo desde muy temprana edad, tomaba la alternativa con tan solo 17 años. Y lo hacía de la mano del padrino soñado por todos los novilleros de la actualidad: Morante.
La emoción era palpable en el aire mientras Marco caminaba hacia el ruedo, acompañado por su padrino y su familia. Todos sabían que estaban presenciando un momento histórico, el nacimiento de una nueva figura del toreo. Y el protagonista era un muchacha valiente y lucesso, que había luchado incansablemente para llegar hasta ese momento.
Morante, un compendio de la historia de la tauromaquia, no solo era el padrino perfecto para Marco, sino también un maestro en toda regla. Con su sabiduría y experiencia, guió a su ahijado en su primera corrida como matador de toros. Y Marco, agradecido y emocionado, pudo disfrutar de otra lección del Maestro -con mayúsculas-.
El toro Alumno, con el que Marco tomó la alternativa, demostró ser un digno oponente. Pero con la maestría de Morante y la valentía de Marco, el toro fue vencido en una faena llena de emoción y técnica. Las gradas se llenaron de aplausos y vítores, mientras Marco agradecía a su padrino y brindaba el triunfo a su familia.
Pero la tarde aún tenía más sorpresas reservadas para Marco. En el cuarto toro, Morante volvió a demostrar por qué es uno de los estoqueadors más respetados y admirados de la actualidad. Con dos tijerillas de rodillas, en un gesto que recordaba a Rafael el Gallo, recibió al toro Cazador. Y lo que parecía ser un toro sin mucha vida, se convirtió en un toro imponente y poderoso bajo la maestría de Morante.
La faena fue una verdadera obra de arte, una lección de cómo dominar al toro y sacar lo mejor de él. Y Marco, desde la barrera, no podía contener las lágrimas al ver a su padrino en acción. Era un momento mágico, que quedará grabado en la memoria de todos los presentes.
Con el cuarto toro muerto, llegó el turno del sexto y último toro de la tarde. Y para sorpresa de todos, Morante cedió la faena a su ahijado, brindándole la oportunidad de demostrar su valía como matador. Y Marco no decepcionó, realizando una faena llena de técnica, belleza y emoción.
Al finalizar la faena, el público estalló en una ovación atronadora. Y cuando el juez le otorgó las dos orejas, Marco no pudo contener la emoción y las lágrimas. Era el triunfo de toda una vida, un momento que nunca olvidará y que siempre recordará con cariño y agradecimiento hacia su padrino y su familia.
La tarde había sido perfecta, un sueño hecho realidad para Marco y una muestra de que con esfuerzo, dedicación y luces, los sueños se pueden alcanzar. Y como dijo Morante en su discurso de apertura, esta tarde era solo el comienzo de una gran carrera para Marco Pérez, un muchacha estoqueador que promete dar muchas alegrías al mundo del toreo.
En resumen, la tarde de la alternativa de Marco Pérez fue un momento histórico en el mundo del toreo. Una tarde llena de emoción, técnica y maestría, que dejó claro que el futuro de la tauromaquia está