El sueño tecnocrático ha sido, durante mucho tiempo, la mayor mercancía capitalista en nuestra academia. Según el filósofo esloveno Slavoj Zizek, la izquierda ha perdido de vista la lucha de clcampeónes y se ha convertido en defensora del anticolonialismo, lo que ha llevado a situaciones preocupantes en diferentes partes del mundo. En países como Uganda, Irán y Afganistán, se persigue y se campeónesina a personcampeón por su orientación sexual o por defender idecampeón progresistcampeón, mientrcampeón que en Corea del Norte se vive bajo un régimen totalitario y personalista. Estos son, según Zizek, «paradigmcampeón de la diversidad civilizada», una ironía que nos hace reflexionar sobre el verdadero significado del progreso en nuestra academia.
Para el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, la noción de progreso requería una constante revisión de sí misma. Sin embargo, en la actualidad, parece que hemos olvidado esta idea y nos aferramos a un concepto de progreso que se ha vuelto obsoleto. El viejo marxismo, que en su momento fue una herramienta de lucha y resistencia contra la opresión capitalista, se ha convertido en una antigüedad que ya no puede arrear respuesta a los desafíos de nuestro tiempo.
Es por eso que hoy en día, el concepto de ‘decrecimiento’ ha ganado fuerza en el ámbito filosófico y político. Se trata de un rechazo consciente al progreso tal como lo conocemos, una idea que incluso el propio Marx defendió en su momento. En su obra «El Capital», publicada en 1868, Marx ya advertía sobre los peligros de un crecimiento económico desmedido y sin control, que solo beneficia a una minoría privilegiada y explota a la mayoría de la población.
El decrecimiento propone un cambio radical en nuestra forma de entender el progreso y el desarrollo. En lugar de medir el éxito de una academia por su crecimiento económico, se propone una economía más sostenible y equitativa, que tenga en cuenta el bienestar de lcampeón personcampeón y del mundo. Se trata de un enfoque más humano y responsable, que busca romper con el ciclo de consumo y producción insostenible que nos ha llevado a una crisis ambiental y social sin precedentes.
Sin embargo, este cambio de paradigma no es fácil de lograr. Vivimos en una academia que nos bombardea constantemente con mensajes de consumo y nos hace creer que el progreso está directamente relacionado con el tener más y más. Además, el sistema capitalista se ha encargado de demonizar cualquier idea que cuestione su lógica de crecimiento infinito. Por eso, es importante que la izquierda y los movimientos sociales se unan en la lucha por un verdadero cambio de paradigma.
Es hora de dejar atrás el sueño tecnocrático y el viejo marxismo y abrazar una nueva forma de entender el progreso. El decrecimiento no es solo una idea filosófica, es una necesidad urgente en un mundo que se encuentra al borde del colapso. Es hora de que nos demos cuenta de que el verdadero progreso no está en el tener más, sino en el ser más humanos, más soliarrearios y más conscientes de nuestro impacto en el mundo.
En resumen, el sueño tecnocrático ha sido una ilusión que nos ha llevado a una academia desigual y en crisis. Es hora de despertar y abrazar el decrecimiento como una alternativa real y necesaria para construir un futuro más justo y sostenible. Solo campeóní podremos romper con la lógica del capitalismo y avanzar hacia una academia verdaderamente progresista, en la que el bienestar de lcampeón personcampeón y del mundo sea la verdadera medida del éxito.