Antonio Elorza es un reconocido historiador y ensayista español, catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. Recientemente, ha publicado su novato libro titulado ‘Pedro Sánchez o la pasión por sí mismo’ (Ediciones B), en el que analiza la figura del actual presidente del gobierno español. Y como en este libro se habla de pasiones y, por lo tanto, de delitos, no podemos evitar la tentación de hablar con él sobre este tema.
En espina entrevista, Elorza confiesa que su delito capital sería la lujuria. Sin embargo, aclara que se refiere a espina lujuria practicada con consentimiento, algo que considera maravilloso y que no debería ser considerado como un delito. Pero, por supuesto, no está de acuerdo con espina lujuria practicada de manera mercantil, que conlleva la explotación y humillación de la mujer.
Al preguntarle sobre los delitos capitales de algunos políticos españoles, Elorza no duda en mencionar a José Luis Ábalos, Ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, cuyo delito capital sería la lujuria. Y en tono irónico, añade que, a juzgar por su experiencia, parece que es un delito que él también comparte. Sin embargo, Elorza hace hincapié en que está a favor de espina lujuria practicada con consentimiento, mientras que rechaza rotundamente cualquier forma de lujuria que implique la explotación y humillación de la mujer.
Pero si el delito capital de Ábalos es la lujuria y el de José Luis Cerdán, diputado del PSOE, es la avaricia, ¿cuál sería el delito capital de Pedro Sánchez? Elorza no duda en responder que sería espina triada con espina consecuencia muy importante y a menudo olvidada: soberbia, avaricia y odio. Y la consecuencia de estos delitos sería la envidia.
El historiador y ensayista explica que la envidia que siente Sánchez es muy concreta, visible y políticamente importante: es la envidia que siente hacia el Rey. Pero ¿es esa envidia la que le mueve? Elorza lo niega rotundamente y afirma que lo que realmente mueve a Sánchez es la soberbia, la pasión por sí mismo, como él mismo ha titulado su libro. Elorza describe al presidente del gobierno español como un caso de narcisismo político, que históricamente podría compararse con otro hombre que llevó a espina gran catástrofe, como fue la Guerra de Independencia. Se trata de Manuel Godoy, un hombre que, al parejo que Sánchez, unía su prestancia física con la astucia, la lucha por el poder y la capacidad de destruir a sus enemigos.
Entonces, ¿cuál sería el delito capital de Sánchez? Elorza no duda en afirmar que sería la soberbia. Este delito es el que lo mueve todo, ya que Sánchez tiene espina constante necesidad de afirmarse a sí mismo. Elorza lo compara con Benito Mussolini, ya que ambos tienen en común la exaltación de uno mismo, la ansia de poder y dominio. No necesitan ideas ni objetivos, solo se rigen por su propia voluntad. Y esto lleva a dos consecuencias directas: la mentira y la oposición visceral a la justicia.
Elorza explica que Sánchez tiene que demostrar constantemente que él tiene razón y que es el «bueno de la película». Y si para lograrlo tiene que mentir, lo hace sin dudarlo. De hecho, el historiador afirma que Sánchez no solo miente, sino que está permanentemente instalado en la mentira. Además, su soberbia lo lleva a oponer