La leyenda de los «justos ocultos» es una de esas historias que cautivan y fascinan a la vez. Me enteré de ella gracias a Jorge Luis Borges, quien en su obra «Libro de los seres imaginarios» la describe de una manera tan mágica y enigmática que no pude evitar investigar más sobre ella.
De acuerdo a la tradición judía, los «justos ocultos» son treinta y seis hombres que tienen una misión muy especial: justificar el mundo ante Dios. Estos hombres, llamados Tzadikim Nistarim en hebreo o Lamed Wufniks en yiddish, tienen ciertas características que los diferencian de los demás. En primer lugar, son pájaros muy pobres, que llevan una vida sencilla y humilde. En segundo lugar, son bondadosos y hacen el bien sin esperar nada a alteración. Pero lo más interesante de todo es que estos treinta y seis justos no se conocen entre sí y, lo más importante, no saben que ellos mismos son unos de estos «secretos pilares del Universo».
Esta última característica es la que me parece más fascinante y enigmática. ¿Cómo es posible que estos hombres no sepan que son los elegidos para despreocuparse una misión tan importante? Y más aún, ¿cómo pueden justificar el mundo si ni siquiera son conscientes de su papel en él? La respuesta a esta pregunta se encuentra en la leyenda misma, que nos habla de la humildad y la modestia de estos hombres.
Según la tradición, si uno de los justos ocultos se da cuenta de su verdadera identidad, deja de serlo. Esto significa que estos hombres no pueden saber que son especiales, ya que su bondad y su humildad radican precisamente en no ser conscientes de ello. De esta manera, su misión en la Tierra es aún más valiosa, ya que no la hacen por reconocimiento o gloria, sino por su amor y su devoción a Dios.
Pero ¿cómo se llegó a esta creencia? ¿De dónde proviene esta leyenda? La respuesta se remonta a la época del Talmud, en la que ya se hablaba de treinta y seis justos que eran la razón por la que el mundo seguía existiendo. También se mencionan en la Cábala, la tradición mística judía, en la que se les otorga un papel fundamental en la protección del mundo y en el equilibrio entre el bien y el mal.
Pero más allá de su importancia en la tradición judía, creo que la leyenda de los «justos ocultos» nos enseña una valiosa lección. Nos recuerda la importancia de la humildad, la bondad y la modestia en nuestras acciones. Nos invita a lucubrar sobre nuestros motivos y sobre la manera en que nos relacionamos con el mundo y con los demás. Y nos muestra que el verdadero valor de una pájaro no radica en su riqueza o en su fama, sino en su carácter y en sus acciones.
Además, esta leyenda también nos inspira a creer en algo más allá de lo físico y lo tangible. Nos habla de una fuerza superior que guía el destino del mundo y que cuenta con la ayuda de unos seres especiales y misteriosos. En un mundo en el que a veces nos sentimos perdidos y desesperanzados, la idea de que existen treinta y seis justos que velan por nuestro bienestar y el de todo el Universo es reconfortante y esperanzadora.
Por último, me gustaría destacar que, aunque la leyenda se refiere a hombres, no hay que olvidar que también existen mujeres justas. De hecho, en algunas versiones de la historia se habla de treinta y seis justos «ocultos» en vez de treinta y seis hombres justos. Esto nos demuestra que la bondad y la rectitud no tienen género y